Donde sea y como sea que busquemos, la prometedora vacuna anti-CoVid19 es hoy tendencia. Cuándo va a estar disponible, si es o no recomendable aplicársela, si debemos esperar más pruebas, son algunas de las cuestiones que debatimos día tras día, en los medios, en la cena familiar, en las reuniones sociales, desde que la posibilidad de terminar con este virus se hizo posible (o, por lo menos, imaginable). Pero, ¿es confiable descansar en la idea de aplicarnos la vacuna, y nada más? ¿Existe algo que esté a nuestro alcance hacer, para prevenir un posible contagio, no sólo de Coronavirus, sino de cualquier tipo de epidemia?
¿Quién es el encargado?
Si bien ya conocemos la fuerza arrebatadora del virus que decidió poner pausa al mundo por casi un año entero, también pudimos aprender, a medida que incrementaron los casos, las nuevas informaciones, las evaluaciones y demás, quién juega un papel fundamental a la hora de contar nuestras probabilidades de contagio: el sistema inmunológico. Pero, ¿qué es realmente y cómo funciona?
El sistema inmunológico es, por definición, la defensa natural del cuerpo contra las infecciones, como las bacterias y los virus[1]. Cuando el cuerpo detecta algún organismo desconocido o amenazante (antígenos), reacciona y activa todas sus alarmas para lograr atacarlo. Su método de acción es la inflamación: los glóbulos blancos se dirigen hacia el lugar de la infección, y piden ayuda a más glóbulos blancos. Así se produce la inflamación en el lugar, hasta que la amenaza cede, y todo vuelve a la normalidad. Ahora bien, ¿por qué nos vacunamos entonces? Bueno, para prevenir el ataque sorpresivo de algún que otro virus o bacteria, las vacunas introducen en el cuerpo una pequeña dosis de este antígeno en cuestión, para que se anticipe en la jugada y pueda comenzar a producir las defensas adecuadas. De este modo, en caso de contagiarnos, nuestro organismo ya se encuentra mejor predispuesto, o, en el mejor de los casos, 100% preparado para rechazarlo inmediatamente.
Pero, ¿es suficiente?
Claro está que los avances científicos y tecnológicos dieron lugar a posibilidades increíbles en el mundo de la salud, como por ejemplo, lo son las vacunas. Pero, sin embargo, muchas veces podemos caer en la tentación de esquivar la ayuda que podemos brindarle nosotros mismos a los procesos naturales del cuerpo, sólo porque “estamos vacunados”. En verdad, el sistema inmunológico siempre requiere de nuestra atención. Para que las vacunas funcionen adecuadamente, brindar un soporte desde nuestro estilo de vida, nuestra alimentación y nuestro estado físico, resulta fundamental. El deporte, por ejemplo, promueve la mejor y más rápida circulación de glóbulos blancos, y de este modo se encuentran más alertas ante cualquier ataque externo. Además, ayuda a regular el estrés, factor determinante en el estado general del organismo. La alimentación, por su parte, también es vital: el 80% del sistema inmunológico se rige en el intestino. Cuando se encuentra en óptimas condiciones, todo funciona mejor y más fluidamente, evitando estar siempre débiles, y propensos a cualquier contagio. La suplementación adecuada, como lo son los multivitamínicos, son a su vez un factor clave. Mantener todos los parámetros del organismo regulados, sin ningún deficit, y funcionando correctamente, es de vital importancia para permitir al sistema inmunológico hacer su trabajo sin ningún problema.
Entonces, sí: las vacunas son un plus, pero lo que vos hagas desde donde estés hoy, es un gran porcentaje del beneficio. Dormir bien, comer de manera saludable (productos frescos, verduras y frutas en abundancia, bajo sodio, pocas grasas saturadas), ejercitarte, y ser constante con tus suplementos dietarios, pueden ayudarte mucho más de lo que crees posible. Ahora sí, ¡estamos listos para dar batalla!
Créditos Imagen: Anna Shvets
Fuentes: [1] http://espanol.arthritis.org/espanol/la-artritis/preguntas-frecuentes/pf-sistema-inmunologico/